Animales

capítulo de animales

el mundo animal en fin conoce prácticas especialmente dramáticas: los torzones producidos por el empacho en primer lugar: «aquí les hacían correr correr correr, y las caballerías morían más de cuatro veces»; «entonces pues nada: medicamento casero: remangarse bien y untar bien con aceite, aquel aceite bueno que había antes, de oliva; metél'el brazo y sacál'el fiemo a la yegua, ir sacándole, y ella hacía fuerza, el animal, y iba soltando y ya está; fiemo, la comida que tenía, que aquello s'embolaba verdá, d'estar quieto, que no hacía ejercicio, s'iba llenando llenando llenando y claro, pues al fin venía que le daba la molestia; y pues tenía muchos ruidos; se tumbaba, se levantaba, desesperada»

una vez aliviada, templaban a la bestia con agua de salvao templada: otra práctica consistía en pasarle por debajo de la tripa un palo liso de korostia o acebo, presionándole con fuerza para arriba, de delante atrás; los burros no eran propensos al torzón; las vacas sí, el torzón de las vacas se llamaba erraitako o arraitako, y la práctica es parecida «o sea limpiarte bien la mano, por el ano meter sal y sacarle pues era al estilo de unas mucosas lo que ellas tenían, y sacarles esto, qu'era lo que les cortaba el movimiento de andar; y lo que dices del aguazón de las vacas, que les producían unos dolores fuertísimos que ellas no podían contenerse y se tumbaban y morían muchas sí, se les pinchaba con un palo afilado de boj por la hijada»

pero nada tan fantástico quizás como la comunicación de Urbano Jáuregui, del vecino pueblo de Sarriés: cuenta Urbano que hacia 1924 tuvo Juan Cruz Iribarren, de casa Zapatería, de Sarriés, una vaca con empacho; y como era invierno, fueron al barranco de Etxokaldea en busca de ranas «que se juntan pa dásen calor en invierno»; y una vez las ranas en su poder, las metieron vivas por la boca de la vaca «porque les remueve la comida: al vésen con tales calores, mueven las patas y le aparece a la vaca el remugo y se suelta»;

cuando los machos no podían mear, era corriente en Sarriés hervir agua en un caldero y meter en él un saco de paja que, una vez escurrido, ponían en los riñones del bicho «y mantearlo: y al cuarto de hora orinan»

las heridas y tumores conocen bastantes practicas: aceite de ginebro, que consiguen majando su corteza; ungüentos que sobre todo: uno de malvavisco, «pues se llamaba una mata malvavisco y aquello, la raíz se cocía y se picaba bien bien bien, se l'echaba un poco de manteca, y se ponía aquello y les hacía mucho bien; en heridas o en cualquier cosa: si tenía algún bulto o así, pues aquello se les ponía»; y otro de zaramaña: «cogíamos un puñao bueno, y ponerlo sobre un tronco y con un hacha machacarlo bien y mezclarlo con manteca y eso ponerlo en las heridas»

finalmente Ana Galtxabarra, de casa Recalde, hacia un tercer ungüento de sauco: «aquello tiene tres cosas para hacer la pomada: aceite, manteca y flor de sabuko: eso hay que freirlo en un cacharro cuando está la flor seca: no hay mejor remedio para hacer carne: pa las vacas, y que suelen tener mal de bragueros y así, suelgo hacer to los años: aquello se pone suaaaave suave, y les alivia mucho la fiebre»

digamos para cerrar capítulo, que el mal de braguero, llamado también peloa, lo curan asimismo con agua fresca y succiones de mano; y, un poco atrozmente, aplicando manteca y frotando después con una teja, dos veces al día; ayudan en fin a echar la placenta o las parias tras el parto, con agua de ciaurre o ciaurri; y, más amablemente, con vino cocido con canela, servido en botella

los cerdos conocen también prácticas drásticas: los gérmenes del mal rojo los combatían frotándoles con fuerza el lomo y la tripa con sal y vinagre; y el reúma, que llaman en Esparza «ponersen endoloridos», frotándoles con lejía viva, como quedó dicho al principio;

el pingüe animal conoce también ungüentos: capan en efecto al bicho y preservan la herida de la mosca con latex de zaramaña: «esas yerbicas que salen en las paredes y dan una leche rojica: capabámos a la madre, a la cerda, después de criar: se le hacía en la tripa un agujero y allí sacaban los botonicos de los ovarios, para que no tendrían más; después les cosíamos y pa más seguridad, pues picábamos zaramaña y les untábamos, qu'echa mucha olor eso, para que no irían las moscas; y pa los pequeños, hacíamos con sal y vinagre: cuando los mastos pequeñicos, cuando se capaban, les cosíamos los puntos y encima sal y vinagre»

la farmacopea de la oveja tampoco es broma: «dos remedios había cuando la oveja se ponía de la yel, que se les inflama la yel, aguantan pero al fin se van poniendo estrechas»; uno era darle a beber en ayunas vino mezclado con orina de persona; y otro pincharles las venas de debajo de la lengua: «se les ponen negras y se les pincha: me cá, pues no tenemos pinchadas a pocas»

las cabras por su parte tenían con frecuencia patera o infección de pezuña, que curaban también por las bravas; unos con verdete que usaban para matar el hongo del trigo, llamado ilinguia o negrillo, compuesto de una base de sulfato de cobre, de donde le vienen sus virtudes desinfectantes y su picor; «y también ese ácido que empleaban ante los hojalateros, antes de hacer una soldadura, no sé cómo se llamaba aquello, saulfamán me paice, y cómo brincaban»; es decir salfumán o ácido clorhídrico

la cura verdaderamente espectacular fué la de la sarna: «ahí en ese corral se hizo, en el corral de Auría; no no, menos de trent'años hará: a ver cuándo murió Txanga; allí s'echaba la cantidá de litros de agua que decía el veterinario y después por ejemplo decía: «pues hay qu'echarle a esa cantidad de agua, pues un par de latas o tres de zotal», m'entiendes; y se ponía aquello lo mismo que la leche; y aquello después se revolvía con un palo largo en el cubo y cogías las cabras, uno de atrás, el otro d'adelante; y se levantaban al aire y se metían hasta cubrirlas todo allí; y nada más que entral y enseguida sacal; y se tenían allí un poco pa que s'escorrerían; y después dejarlas; ese es el baño que se les hacía; una bañera grande que tenía el ayuntamiento, de cuando la medición, de cuando los quintos, ahora que m'acuerdo sí: antes, cuando s'iba al servicio, dice que los lavaban allí; antes d'eso, antes de reconocer el médico, los metían allá, en aquellos tiempos di'antes»

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